Wilco es una de esas bandas que en cada álbum que lanzan te sorprenden por la solidez de sus trabajos y simultáneamente por seguir puliendo su música. En Ode to Joy la banda de Chicago nos regala un álbum que es atmosférico y simultáneamente sus atmósferas están llenas de detalles. Los arreglos de guitarra (que vienen de Nels Cline) combinados con la percusión retumbante quedan muy bien. Describen un álbum que invita a relajarte y a descansar los oídos. Un fiel reflejo de ello es “Bright Leaves”, un gran tema, cautivante, que crece por sí solo, y que toma cosas de otros discos como Yankee Hotel Foxtrot.
La intensidad del álbum va variando en su recorrido, pero siempre hay una constante: el acompañamiento de guitarra acústica, el marcado sonido de su batería y las muy buenas melodías de Jeff Tweedy. Si nos detenemos en este último punto, melódicamente tienen un equilibrio entre ser muy “Beatles” o acercarse a grupos más complejos como Radiohead. Ese balance hace que el disco sea muy sólido y simultáneamente muy agradable de escuchar de principio a fin.
Es tan así que cuesta elegir canciones que sobresalgan sobre el resto. Pero el encanto que logran en números como “Before Us” y “One and a Half Stars” o el Pop Rock de “Everyone Hides” son solo algunos buenos ejemplos de esta hermosa joya llamada Ode to Joy.
Injustamente vapuleado por algunos Instict (1988), cierra una nefasta década del ochenta en lo musical para Iggy Pop que se había orientado al pop con pocos buenos resultados, con una vuelta al Hard Rock sólido que sentarían las bases para su resurrección a comienzos de los noventa con dos bombazos de lo mejor de toda su amplia carrera como fueron Brick by Brick (1990) y American Caesar (1993).
Dos factores ayudaron a Iggy a retomar el rumbo y darle una impronta más roquera a lo que venía mostrando en los últimos años, en primer lugar, la participación estelar del guitarrista de Sex Pistols Steve Jones en todo el álbum y la elección del productor Bill Laswell quien venía trabajando con artistas como Motörhead, Peter Gabriel y Mick Jagger en los últimos años.
Sin ser una maravilla y si bien Instict no cuenta con temas demasiado memorables, los mejorcitos son “Cold Metal”, “Easy Rider” y “Tuff Baby”, consigue su objetivo principal, el de demostrar que «La Iguana» no estaba acabado y que mejores tiempos se avecinarían para él.
La pandemia parece algo cada vez más lejano en el tiempo. Se ven pocos barbijos y la gente abarrotada sin preocupaciones. Todo eso acompaña el aumento de los eventos masivos. ¡Bienvenido sea la “recuperación de la normalidad”! ¡Bienvenidos sean los recitales!
Junto con Piro, asistimos al recital de Liam Gallagher en el Movistar Arena, un lugar que se está transformando en una moda a la hora de celebrar conciertos en Buenos Aires. Y debo decir que es un estadio realmente muy bueno para aprovechar este tipo de eventos.
Respecto de Liam, hay que decirlo, para nosotros se trata de revivir nuestros años en los que escuchábamos Oasis como una de nuestras primeras bandas predilectas. Y para mucho del público allí presente también.
Como los viejos chotos que ahora somos recurrimos a la comodidad de la platea, en lugar de la vorágine exacerbante del campo que habremos disfrutado en otros años. Y debo decir que las caripelas que nos rodeaban, que pertenecen a nuestra generación, parecían hacer tenido la misma idea. Treintañeros y cuarentenos que en los noventa y principios del 2000 habrán disfrutado de Oasis, ahora asistieron para ver al menor de los Gallagher, sabiendo que en su repertorio iba a interpretar clásicos de Oasis (sin importarnos tanto su carrera solista).
Minutos previos se escuchaba “I Am The Resurrection” de los Stone Roses, poniendo a tono al público, hasta que Liam, como un relojito inglés, saldría al escenario a las 21hs. “Fuckin’ in the Bushes” anunciaría su entrada hasta que comenzaría a interpretar “Morning Glory” para despertar el revuelo incluso en las gradas, donde se veía gente parada saltando y agitando. Lo continuaría “Rock ‘n’ Roll Star” dando un tremendo shock de adrenalina. Y si de estrella de rock hablamos, Liam interpretó las canciones con su voz bastante intacta, o por lo menos, no tan arruinada como en otras presentaciones en Buenos Aires. Por otro lado, pese a tener 50 años, uno espera que haya madurado como persona, pero no parecía el caso. Con su verborragia habitual y con un inglés inentendible, Liam tenía la misma pose de Frontman rockero como si los años no hubieran pasado. Como diría Piro: “es la antítesis de Chris Martin”.
En su Setlist empezarían a aparecer temas de su carrera en solitario como “Wall of Glass” y “Everything’s Electric”. Hasta que reaparecerían las canciones de Oasis, en una selección poco habitual, como el clásico de Be HereNow “Stand By Me”, la agradable balada de Standing “Roll It Over” y uno de los mejores temas de Definetly Maybe, la intensa “Slide Away”.
Promediando el show, Beady Eye diría presente con “Soul Love”, para luego darle pie a más temas de Liam: “More Power”, “Diamond in the Dark”, “The River” y “Once”. Pasada esa seguidilla, comenzaría a preparar su despedida con clásicos de Oasis que marcaron el Brit Pop de los noventa, tal es el caso de “Some Might Say” y “Cigarettes & Alcohol”, hasta que finalmente llegaría la balada insignia y más rutilante de Oasis, la esperada “Wonderwall”, como “mentiroso” cierre del espectáculo.
Minutos más tarde, con la fiebre mundialista subida ya a la cabeza en los espectadores, que cantaban a favor de Lio Messi y la selección, Liam retornaría para el encore. Primero dedicaría la eterna “Live Forever” a Diego Maradona para después hacer el cierre definitivo con la majestuosa “Champagne Supernova”.
El público presente se quedaría con las ganas de más, pidiendo por “Supersonic”, pero eso era todo. Una hora y media de espectáculo, en el que Liam demostró tener ganas de seguir cantando y todavía tiene voz para hacerlo. ¿Se cumplirá en algún momento el retorno de Oasis? Por ahora parece muy lejana la posibilidad. Habrá que seguir asistiendo a los shows de los Gallagher por separado.
Tras la aventura artística que significó Welcome to Wherever You Are (1992), INXS con Full Moon, Dirty Hearts, lanzado al año siguiente, no tardó demasiado en retomar la senda comercial de X (1990).
Grabado en la paradisíaca Capri, Italia, los australianos suenan enérgicos y directos, pero a pesar de esforzarse por sonar actualizados la performance general es bastante errática y para colmo de males carece de temas fuertemente comerciales al nivel de “Suicide Blonde” o “New Sensation”.
Solo el sencillo «The Gift» y el dueto con Ray Charles «Please (You Got That …)” obtuvieron algo de repercusión mundial. Con respecto a la colaboración con el veterano artista la misma se gestó cuando la banda ya se encontraba en trabajos de post producción en Paris, donde se cruzaron en el mismo estudio con Ray y lo invitaron a participar del tema, que finalmente se concretaría en el propio estudio de Charles en Los Angeles.
Full Moon, Dirty Hearts terminó siendo un híbrido entre el sonido clásico de la banda, que los hizo ser lo exitoso que fueron, y la experimentación alternativa de su antecesor no terminando siendo sólido a nivel global a pesar de tener sus momentos. Comercialmente hablamos funcionó mejor fuera de los Estados Unidos alcanzando cimas de los conteos musicales en el Reino Unido y en su Australia natal.
La oriunda de California Phoebe Lucille Bridgers, que forma parte de una sorprendente nueva camada de artistas femeninas de rock alternativo, creció componiendo temas, perfeccionándose como guitarrista y presentándose en la escena local de Los Angeles dejando buenas sensaciones con su primer álbum Stranger in the Alps (2017).
Pero sería con su continuación Punisher de 2020 cuando recibió la aclamación de sus pares y en especial de los críticos especializados. Desde la sombría introducción “DVD Menu”, pasando por los momentos tops como “Garden Song”, “Kyoto”, “Savior Complex” y “I Know the End” se observan las virtudes de Bridgers para componer piezas conmovedoras y cercanas al folk y al indie rock.
Si bien Punisher no es una obra sencilla y tiene sus puntos flojos y monótonos, a nivel global ofrece buenos momentos de buen gusto, calidad compositiva y evidenciando un crecimiento de la artista, en busca de su verdadera identidad y a la espera de despachar en sus siguientes trabajos algo verdaderamente especial para destacar claramente sobre el resto de competidoras.
Con un discazo en los albores de 1970 (The Least We Can Do Is Wave to Each Other) que no funcionó comercialmente como esperaban, Van der Graaf Generator no quiso dejar pasar el tiempo para grabar entre giras y conciertos su siguiente material y lanzarlo en diciembre del mismo año.
H to He, Who Am the Only One tampoco tuvo buena recepción ni un suceso importante en la época, pero se transformó con el tiempo como un ejemplo importante para los críticos de rock progresivo de alto vuelo. En especial temas como el oscuro “Killer” y el épico cierre “Pioneers Over c” son dos piezas de todo lo que puede ofrecer Peter Hammil como compositor para el género.
Además, otros temas sobresalen como la emotiva “House with No Door» y “The Emperor”, que forma parte de la pieza “The Emperor in His War Room”, con colaboración siempre distinguida en guitarra del mismísimo Robert Fripp de King Crimson. Aunque, también es cierto que hay momentos más complejos de la obra con los cuales encariñarse o que resultan algo tediosos.
El arte de tapa fue obra de Paul Whitehead, pintor y diseñador gráfico británico que trabajaba para la discográfica Charisma Records responsable de otras portadas legendarias como Fool’s Mate de Peter Hammill o Nursery Cryme y Foxtrot de Genesis, quién comento verse inspirado por el tema “Pioneers Over c”.
Desde la partida de Randy Bachman, The Guess Who había conseguido reemplazarlo de buena forma con las adiciones de los guitarristas Kurt Winter y Greg Leskiw, pero Rockin’ (1972) significaría la despedida de este último en la mitad de una gira por Estados Unidos y el comienzo del declive de los canadienses.
Rockin’ tiene sus momentos de rock básico, aburrido y monótono, pero a su vez conserva muchas de las virtudes de sus trabajos iniciales con singles sólidos y tremendamente interpretados como “Heartbroken Bopper” y “Guns, Guns, Guns” que junto con “Smoke Big Factory”, “Herbert’s a Loser” y el cierre con “Hi Rockers!” con su combinado “The «Sea of Love»/»Heaven Only Moved Once Yesterday»/»Don’t You Want Me» redondean un resultado más que satisfactorio.
A diferencia del suceso de Bachman-Turner Overdrive II (1973) y Not Fragile (1974) de Randy Bachman, la popularidad de Burton Cummings y The Guess Who declinó bastante en Estados Unidos, con excepción de su Canada natal donde la banda supo apoyar la continuidad de su carrera durante los años setenta.
Desde el norte de Europa Katatonia es una de las bandas de Heavy Metal de mantener viva la esencia del rock pesado en las últimas décadas, pasando a través de los años por distintas variantes como el Metal gótica y oscuro en sus inicios para el alternativo y el Metal Progresivo en sus años de madurez.
Night Is the New Day (2009) fue la octava placa de estudio de los suecos y es señalado por la propia banda como el más diverso y variado en su carrera. El Metal Progresivo que comenzó a tomar fuerzas en sus anteriores trabajos pasa a un primer plano, asimilándose por momentos a los trabajos de Opeh, Porcupine Tree o Tool. Igualmente mantiene elementos pesados, mezclado con toques de electrónica y acústicos generando un resultado bastante interesante.
El nucleo duro del álbum está en el arranque con temazos como “Forsaker”, “The Longest Year” y “Idle Blood”, sin embargo “Nephilim” promediando el listado de temas termina siendo mi favorita por su atmósfera densa y ritmo cautivador. Como punto negativo tiene otros pasajes bastante monótonos y extremadamente repetitivos que sitúan a este material lejos de sus mejores obras.
Tristemente en diciembre de ese mismo año a banda anunciaría el alejamiento de los hermanos Frederik (guitarras) y Mattias (bajo) Norrman por problemas familiares, reemplazados en primera instancia por Per Eriksson y Niklas Sandin respectivamente.
En los primeros pasos de su carrera Eric Clapton logró sobresalir como guitarrista en numerosos y legendarios grupos de la década del sesenta como The Yardbirds, John Mayall & the Bluesbreakers, Cream y Blind Faith, y sería a comienzos de la siguiente década que el músico británico se convencería en dar el siguiente paso hacia una carrera solista.
La idea nació en 1969 cuando Clapton se unió a la gira de Delaney & Bonnie & Friends como guitarrista invitado y fue el mismo cantante de la agrupación Delaney Bramlett quien lo convenció de cantar y grabar sus propias canciones convirtiéndose en productor de su disco solista, Eric Clapton (1970).
Clapton atribuyo a Bramlett el mérito de haberle empujado a cantar y de haberle enseñado el arte de la voz en el rock. Contaba el mismo Eric, de 25 años de edad en aquel entonces, que para la época del lanzamiento estaba encantado con el resultado de las grabaciones, pero lo único que no le convencía era su propia voz, porque sonaba muy joven y él quería sonar como un hombre viejo.
Eric Clapton es un disco amigable, optimista y directo con elementos de rock & roll clásico y blues y hasta toques de pop, R&B y country por momentos, y a su vez incluye algunos temas no tan famosos pero imperdibles en su repertorio como “Let It Rain”, “After Midnight” y “Blues Power”.
Eric Clapton significó el punto de partida para lo que sería el rico repertorio discográfico de este magnífico guitarrista, que con el correr de los lanzamientos iría imprimiéndole más de su impronta personal moldeando su propio estilo.
Solo los mercados de Estados Unidos y Australia tuvieron la dicha de contar con la edición de Hallelujah (1989), un EP de Happy Mondays que logra reflejar la faceta dance y que propulsaron a la banda a convertirse en uno de los favoritos en el ambiente de clubes que enloquecieron Manchester y todo el Reino Unido para fines de los ochenta.
A lo largo de sus 7 pistas podemos contemplar algunos de sus mejores remixes a cargo de Paul Oakenfold, Andy Weatherall, Steve Lillywhite, entre otros Dj’s emergentes de la época, donde las versiones de tracks como “Hallelujah”, “Clap Your Hands” y “W.F.L. (Think About The Future Mix)” fueron los temas más memorables y celebrados por aquellos años.
El resultado final de este material, estando lejos de ser su mejor lanzamiento, termina siendo positivo con un buen balance entre el funk delirante y desordenado que los caracterizó en toda su carrera con versiones de temas más orientadas a la pista de baile que ganaron aún más atención para el grupo que junto a como The Stone Roses, The Charlatans o New Order, lideraron la escena musical denominada «Madchester».
F.V.
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